“Bonito reencuentro en nuestra casa” (Dani), “Hace 20 años que nos fuimos y recuerdo este cole como si fuera ayer” (Raquel), “Gracias por abrirnos la puerta de la que siempre sentimos nuestra casa” (Mónica)
Son expresiones de algunos de los antiguos alumnos que llenaron de alegría la casa, pues ayer fue el día dedicado a ellos.
Sí, 50 años poniendo corazón aquí en el barrio de Coia ¡que ya creció! Como han crecido nuestros muchachos que ayer se juntaron para CELEBRAR ellos también este gran momento. Juntos: algunos – los menos, de la primera hora, año 1972, inicio de la guardería- hasta los que hace poquitos meses correteaban aún por estos pasillos, y jugaban en este patio. Muchas generaciones, un encuentro lleno de emociones- algunos hacía años que no se veían- recuerdos, alegría, sorpresas. ¡Esos álbumes de fotos, que tanto visitaron, son testigos de tantas cosas!
Y es que, descubrirse en aquella foto cuando tenían solo cuatro años, verse de torero con cinco, de protagonista de la Bella y la Bestia, a los 13, o en aquella excursión que tanto disfrutaron… Encontrarse con profesores de hace 15, 20 y más años. ¡Cuánto hemos cambiado! se decían.
Y tal vez entre los que más disfrutaron, están sor Gaudencia que formó parte del grupo rompedor de la fundación y Mercedes Villar que escribió esto: “50 años han pasado desde que entré a formar parte de esta familia: 1972 ¡casi nada! Feliz y agradecida a todas y a todos los que dedicáis vuestra vida a la formación y cuidado de los demás. Mil gracias, como exalumna y madre”. Y aquí están, testigos de tanta vida sembrada, que sigue creciendo y dando frutos en tanta gente de bien. Un gracias muy especial también a todas las salesianas y educadores que han pasado por la casa.
El día comenzó en el salón de actos con el saludo de la Directora de la casa sor Pilar Berzal y la proyección del video de la memoria. Muy bonito el momento de la comida de familia, en aquel comedor de siempre…Hubo croquetas, claro – ¡que ya no son las de Angelines!, pero les siguen sabiendo tan ricas- buena ocasión para compartir recuerdos de personas, historias, tantas anécdotas que guarda la memoria. Y además llegó la hora de la suerte: Se sortea una vajilla de Cocoliso y Mickey Mouse en la que tantas comidas se sirvieron y que tanta ilusión les hace tener. Y ¡qué bonito! la suerte fue al encuentro de Mercedes Villar. Nos alegramos con ella, que tanto colaboró para que este día se convirtiera en fiesta.
Con el gracias que salía del corazón de todos, al despedirnos al final del día, seguimos mirando el futuro con mucha esperanza, poniendo corazón, pies y manos para que la obra iniciada hace 50 años siga fortaleciéndose y respondiendo a los nuevos desafíos de nuestra sociedad aquí y ahora.